Hombres G conquistan Universal Music Festival
Era cuestión de tiempo que Hombres G dejaran su impronta en el histórico de conciertos de Universal Music Festival. En términos de popularidad, calado intergeneracional y proyección foránea pocos grupos españoles han conseguido tanto. En lo estrictamente artístico, cuesta encontrar un cancionero como el suyo, elaborado durante décadas de trabajo –desde la explosión de la nueva ola madrileña a la actualidad– e intacto en términos de frescura. Su paso por el festival, con el Teatro Real lleno, celebraba esa trayectoria excepcional para nuestras músicas populares –cuatro decenios desde su fundación, que se dice pronto– y propiciaba un encuentro único con sus fervorosos fans, en el mejor escenario que cabe imaginar.
El cuarteto confeccionó un repertorio amplio y representativo, cediendo protagonismo a composiciones publicadas durante el presente siglo pero sin desatender ninguna de las partituras que lo convirtieron en fenómeno cultural capaz de atraer a cientos de miles de seguidores a ambos lados del Atlántico. Serenos, curtidos por su amplia experiencia y pertrechados con un arsenal de hits infinito, Hombres G tomaron de la mano a la audiencia desde que se levantó el telón –esa terna formada por “Voy a pasármelo bien”, “El ataque de las chicas cocodrilo” y “Chico, tienes que cuidarte”– y ya no la soltaron. Con la felicidad dominando platea, palcos y paraíso –daba gusto mirar las caras del personal: la música y todos sus poderes concentrados en tres minutos e hilados por una buena melodía– ofrecieron un concierto realmente especial. También dieron cuartel a su faceta sentimental con “Si no te tengo aquí”, “Un par de palabras”, “Dos imanes” y “Antes de ti”, esta última incluida en su último álbum, al que acudieron en más de una ocasión.
Acompañados por los sempiternos Jason Paradise a los teclados y Juanito el Piscinas al saxo, los del Parque de las Avenidas apenas dieron rodeos en la lectura a su particular libro de estilo: David Summers dando la cara y aportando el latido de su precioso bajo nacarado, el trenzado de guitarras de Rafa Gutiérrez y Dani Mezquita, la solidez rítmica de Javi Molina tras los parches. Fueron al grano y esgrimieron ese activo indestructible que atesoran. Himnos eternamente jóvenes en los que asimilan elementos de diversos géneros, como doo wop, ska o rock’n’roll: “Te quiero”, la jocosa “Indiana” con la que pusieron en pie a los asistentes, “Suéltate el pelo”, “Visite nuestro bar” y por supuesto “Marta tiene un marcapasos”, turnándose con el público –todos se la sabían, todos la cantaron– en cada estrofa.
El bis empezó con Summers casi a capela –solo el teclado le secundaba– en una sentida versión de “Temblando” que sirvió como preludio a un grand finale con las dos canciones que les pusieron en el camino de un éxito que todavía perdura: “Venezia” y “Devuélveme a mi chica”.